La salud mental está mucho más presente en nuestras conversaciones que hace un par de años. Empezamos a hacer visible algo que nos costaba verbalizar,  porque parece que si no se habla de ello, el problema no existe.

Gobierno, comunidades, profesionales sanitarios, han dado un paso adelante para decir que se necesita un plan de salud mental. El 9 de Octubre el gobierno presentó el plan de Acción 2021-2024 para atender al impacto provocado por la pandemia.

Y es que los últimos 2 años solo hablamos de restricciones horarias, cuarentena, distanciamiento físico, desempleo temporal, zona perimetrada. Términos que hasta ese momento la mayor parte de la población no habíamos utilizado y a día de hoy son una constante; amigos, compañeros, medios de comunicación, familia…

Y aislarse de toda esa información no resulta fácil.  Existimos en una nueva realidad y nuestro bienestar emocional se resiente.  Es más importante que nunca que cuidemos tanto nuestra salud física como mental.

¿Pero, qué es la salud mental?

En el año 2001, la OMS describía la salud mental como «estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes; puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su Comunidad»

Pero no siempre funcionamos así; están las enfermedades mentales y también existen factores de la personalidad y psicológicos específicos que hacen que una persona sea más vulnerable a los trastornos mentales. Y estos trastornos mentales también tienen causas de carácter biológico que dependen, por ejemplo, de factores genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales.

El pasado año 2021 se disparó el consumo de ansiolíticos, antidepresivos y somníferos.  Este problema se ha hecho visible y por fin ya se debate como un problema de salud pública; Ansiedad, tristeza y depresión son palabras que también escuchamos con más frecuencia. ¿Pero cómo definimos cada una de ellas?

miedos, ansiedad, depresión caracterizados

Trastornos de ansiedad

La ansiedad es una conducta que surge en todos nosotros ante una situación peligrosa o desconocida. Este problema de salud mental es algo normal y ha ocurrido desde el inicio de los tiempos. Esta situación de alerta nos ha salvado la vida a lo largo de la historia y gracias a eso hemos evolucionado. Y en general es normal sentir ansiedad con respecto a la pandemia, debido a esta incertidumbre generalizada en la que vivimos. Pero lo malo es cuando esta ansiedad nos desborda.  No se trata de vivir sin ansiedad ya que es nuestro sistema de alerta ante algo imprevisto, pero se trata de aprender a regular los niveles de ansiedad. Y cuando nosotros solos no podemos o no sabemos, lo mejor es decirlo, y pedir ayuda. Los psicólogos tienen herramientas suficientes para manejarla y pueden enseñarnos como hacerlo.

Tristeza

Hay momentos en la vida en que estamos tristes. Y eso es normal. Quizás algo que nos importa ha cambiado (un divorcio), desaparecido (una muerte).  También una situación laboral desfavorable, un cambio de domicilio, una enfermedad de un familiar…

A veces estas sensaciones se definen como «ganas de llorar», «cansancio», «pesadez»,  «abatimiento». Hay que normalizar también la tristeza como parte de las emociones que podemos sentir en uno o varios momentos puntuales a lo largo de la vida. Reconocer esta tristeza, entender porqué está ahí, aceptarla y superar ese momento una vez que la «situación transitoria» que la provoca ha finalizado, se ha superado, o simplemente ha pasado el tiempo necesario para transcenderla. Este proceso forma parte de la vida, es normal y nos ayuda a evolucionar y a ser mejores personas.

El problema llega cuando estamos tristes durante mucho tiempo y no sabemos porqué y va acompañado de otros síntomas y además entra de forma intensa en nuestro día a día. Cuando la tristeza tiene un origen desconocido, es cuando hay que pedir ayuda, porque puede ser que ya estemos hablando de una depresión. Cuanto antes se busque ayuda profesional y se intervenga más fácil será de gestionar.

Depresión

Es una psicopatología de las más habituales en Atención Primaria. Un trastorno de salud mental frecuente que es la primera causa de atención psiquiátrica. La tristeza es solo una más de las formas de manifestar una depresión que también incluye otros síntomas: Apatía, angustia, desesperanza…

La depresión es una situación crónica de malestar y desazón que dura al menos seis meses. Ir al trabajo, a comprar, o a hacer una gestión se torna una misión imposible para los pacientes con este tipo de cuadros por eso afecta muy significativamente a la calidad de vida; dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía. Estamos hablando de un trastorno muy serio que debe ser tratado por un profesional. Un diagnóstico certero y la terapia adecuada,  incluyendo medicación en según que casos, puede ayudar a que el paciente recupere su bienestar y lo mantenga a lo largo del tiempo, evitando así recaídas.

La depresión es 2 veces más frecuente en mujeres que en hombres. Entre los factores biológicos que pueden predisponer están los cambios hormonales, alteraciones en los neurotransmisores cerebrales (serotonina, noradrenalina, dopamina) y componentes genéticos.  Es resultado de interacciones complejas entre estos factores biológicos, sociales y psicológicos.  Pasar por circunstancias vitales adversas (luto, desempleo, eventos traumáticos..) aumenta las probabilidades de sufrir una depresión.

Los episodios depresivos pueden clasificarse en leves, moderados o graves en función del número y la intensidad de los síntomas, así como de las repercusiones en el funcionamiento de la persona.

Hay varios tipos de depresión:

  • Trastorno depresivo grave o mayor: Tristeza, enfado, frustración que dura varias semanas o periodos más largos. Incapacita a la persona para realizar actividades básicas. Se necesita tratamiento farmacológico en la fase aguda. También terapia psicológica durante un periodo de tiempo que suele ser largo.
  • Trastorno depresivo persistente: Es menos grave que la anterior aunque dura más de 2 años. No suele incapacitar a la persona para llevar una vida normal, pero no se siente bien.
  • Depresión postparto: Se suele diagnosticar en el primer mes tras dar a luz. Se estima que entre un 10-15% de las mujeres que acaban de dar a luz tiene depresión postparto.
  • Trastorno afectivo estacional: Suele darse en otoño e invierno. La falta del luz solar probablemente sea una de las causas. En primavera y verano suele pasar.
  • Depresión psicótica. Ocurre cuando existe una depresión con ausencia de contacto con la realidad (alucinaciones, delirios…)
  • Trastorno bipolar: Cambios de humor extremos independientes de las situaciones personales vividas.

Será el médico quien según un cuestionario (escalas), análisis de sangre, estudios físicos, quien determine el grado y la necesidad de medicación y/o terapia psicológica.

Cómo cuidar la salud mental

  • Expresar los sentimientos: Aprender a entender nuestras emociones, conocernos y saber expresar qué estamos sintiendo. Apoyarse en familia y amigos.
  • Hacer ejercicio con regularidad.
  • Alimentación sana y equilibrada (verdura, fruta, proteína. Evitar alimentos procesados)
  • Hábitos de sueño saludables (acostarse pronto y tener unos horarios regulares, evitar los dispositivos móviles 2 horas antes de ir a dormir,  disfrutar de un rato de buena lectura..)
  • Marcarse objetivos y establecer rutinas diarias. Tener un propósito en la vida.
  • Realizar actividades que nos gusten y nos hagan sentir mejor.
  • Positivizar los sentimientos. Desarrollar la autoestima.
  • Practicar la gratitud. Si agradecemos las cosas buenas, nos enfocamos más en lo que tenemos y lo valoramos.
  • Aprender a relajarse. Utilizar técnicas de relajación como hábito de vida (meditación, yoga, pasear por la naturaleza, disfrutar de lo que estamos haciendo en cada momento)

Pero lo más importante de todo es que en caso de necesitarlo, pedir siempre ayuda a un profesional. Tenemos unos profesionales sanitarios excepcionales. Son ellos quienes deben valorar el siguiente paso cuando una persona dice que no se encuentra bien.

A veces nos perdemos y no sabemos por dónde empezar a tirar del hilo. Pedir ayuda es siempre la mejor opción. Reconocer que necesitamos que alguien nos guíe o nos acompañe durante un período de nuestra vida o incluso nos acompañe de manera habitual es una opción que debemos valorar como hábito de vida saludable.