La propiocepción es la consciencia de la propia postura corporal con respecto al medio que nos rodea.
De forma subconsciente, los componentes de nuestras articulaciones ( músculos, tendones y ligamentos) junto con la visión y el equilibrio, envían constantemente información al cerebro acerca de la posición del cuerpo con respecto al entorno. Esta información permite a nuestro cerebro fabricar respuestas, dando como resultado la ejecución de movimientos precisos .
Toda esta información es la propiocepción, y la consideramos un sentido más de nuestro cuerpo.
La propiocepción actúa sobre las siguientes funciones:
- Regular el equilibrio
- Coordinar los movimientos
- Mantener el nivel de alerta del cerebro
Índice
¿Qué estimula la propiocepción?
La propiocepción es estimulada por los receptores sensoriales presentes en nuestros músculos, tendones y articulaciones, que envían señales al sistema nervioso central acerca de la posición y el movimiento de nuestro cuerpo. Estos receptores incluyen fibras musculares, tendinosas y articulares. La información obtenida de estos receptores es procesada en el sistema nervioso central y utilizada para ajustar y coordinar los movimientos corporales.
Además, la propiocepción también puede ser influenciada por estímulos sensoriales externos, como la visión y el equilibrio.
Los estímulos sensoriales externos que pueden influir en la propiocepción incluyen:
- Visión: La vista es importante para proporcionar información sobre el espacio y la posición de nuestro cuerpo en relación con el entorno.
- Vestibular: Los receptores vestibulares en el oído interno detectan los cambios en la posición y el movimiento de la cabeza y proporcionan información sobre el equilibrio y la orientación.
- Táctil: la información táctil obtenida a través de la piel y las terminaciones nerviosas en los dedos, manos y pies, puede proporcionar información adicional sobre la posición y el movimiento del cuerpo.
Estos estímulos sensoriales externos trabajan juntos con la información propioceptiva para proporcionar una representación completa y precisa del cuerpo en el espacio. Esto permite un control motor preciso y una percepción consciente de la posición y el movimiento.
¿Cuáles son los tipos de propiocepción?
Aunque en neurología se definen dos tipos de propiocepción: consciente, controlada por el cerebro, e inconsciente, controlada por el cerebelo, existen dos tipos principales de propiocepción:
- Propiocepción kinestésica: Relacionada con la percepción de la posición y el movimiento de las articulaciones, músculos y tendones. Es importante para el control y la ejecución precisa de los movimientos corporales.
- Propiocepción táctil: Relacionada con la percepción de la fuerza y la presión en la piel y las terminaciones nerviosas. Es importante para la percepción de los objetos y superficies con los que entramos en contacto. También para la capacidad de ajustar la fuerza en los movimientos táctiles manipulativos.
¿Cómo se debe trabajar la propiocepción?
Los ejercicios propioceptivos ayudan a mejorar la fuerza, coordinación, equilibrio y estabilidad, con ellos mejorará el tiempo de reacción ante determinadas situaciones.
Estos se basan en provocar desequilibrios para reforzar los ajustes musculares y articulares que son necesarios para mantener el equilibrio, la estabilidad y la postura.
Se trabaja con ejercicios de equilibrio, coordinación y cambios de superficie. Los ejercicios suelen comenzar de un modo simple y a medida que se obtiene destreza se van complicando introduciendo una serie de materiales como aros, bancos, balones, plataformas…
En los últimos años se han creado algunos aparatos para mejorar la propiocepción.
Hay varias formas en las que se puede trabajar la propiocepción, incluyendo:
- Ejercicios de equilibrio: realizar ejercicios de equilibrio, como parase en una pierna o caminar en una línea, mejora la propiocepción y el control motor.
- Ejercicios de movimiento lento controlado: realizar ejercicios que requieran un control preciso y consciente de la posición corporal, como yoga o Pilates, puede mejorar la propiocepción.
- Ejercicios de fuerza y entrenamiento funcional: realizar ejercicios de fuerza que requieran una conciencia precisa de la posición corporal y el control motor, como levantamiento de pesas o entrenamiento funcional.
- Terapia de masaje y fisioterapia: pueden ayudar a mejorar la propiocepción al liberar tensiones musculares y mejorar la percepción de la posición y el movimiento corporal.
- Ejercicios con el tronco de propiocepción para el suelo pélvico: es una de las herramientas más intensas y completas para la rehabilitación, tonificación y mejora de toda la musculatura del suelo pélvico, la faja abdominal, la postura y el cuerpo en general. Mantenerse sin perder el equilibrio sobre el tronco, respirando de forma fluida y con la postura correcta, provoca una cadena de acciones musculares que generan efectos globales: Activa la musculatura abdominal, lumbar y perineal profunda, Tonifica el abdomen y el suelo pélvico, Reprograma la postura, Incrementa la percepción del propio cuerpo y Desbloquea el diafragma.
Si practicas algún ejercicio de propiocepción de forma constante, en poco tiempo notarás los beneficios.
Te animamos a que pruebes, siempre asesorado por un profesional y con ejercicios pautados.
Saludos desde Iberomed!